Berridos y más berridos de machos excitados llenan los bosques y las dehesas ibéricas. Los grandes machos de ciervo ibérico, Cervus elaphus hispanicus, no suelen verse habitualmente a lo largo del año, ocupando en este tiempo las mejores zonas de pasto en el monte, pero cuando comienza la época de celo "berrea" dejan sus cortijos y no escatiman en riesgos, apareciendo en claros adehesados, saltando vallas y cercas de piedra, lo que sea necesario para formar su harén y, así poder transmitir sus genes. Horas de calor y de sesteo bajo una encina, apenas algún bocado de hierva a su panza en estos días calurosos de finales del verano y comienzo del otoño. ¡Pobres machos! tienen que aguantar continuos combates con adversarios bien armados, también aguantan a los impertinentes "varetos" que, están a la que salta, y al menor de los descuidos se suben al lomo de una de sus hembras. ¡Cuidado! las hembras se dispersan, hay que reunir al harén antes de que venga un intruso y volvamos a las andadas, en fin, unos días muy tiernos y amorosos pero deben acabar mal de los nervios y con unos kilos de menos, demasiado ajetreo, ¡ah! y eso, que tengamos la fiesta en paz, que no venga un escopetero y le decapite por alardear de su digna cornamenta.
La imagen que vemos ha sido realizada en el Parque Nacional de Cabañeros. Merece la pena acercarse y observar a estos enormes animales. En Cabañeros aún podemos ver las migraciones parciales, a las hembras con sus "gabarronas" y "varetos" de la primavera anterior formando grandes rebaños que se desplazan por las rañas. Hay que recordar que el ciervo común tiene un gran tamaño, aunque la subespecie ibérica es la de menor talla de Europa.
Canon EOS 7D
Objetivo Canon 500 f/4L IS USM
Velocidad 1/500 seg
F/5,6
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